Muchos años antes de que se hablara del cambio climático como una crisis global ya teníamos grandes problemas ambientales para mantenernos preocupados. El más comentado era el deterioro de la capa de ozono, descrito, entre otros, por el investigador mexicano Mario Molina, quien estableció una relación directa entre la emisión de ciertos gases contaminantes y la disminución del ozono en las capas altas de la atmósfera. La consecuencia era una eventual exposición de la superficie de nuestro planeta a los rayos ultravioleta, una dosis de radiación muy dañina para los seres vivos.
La buena noticia desde hace años es que, gracias a las políticas ambientales establecidas desde la investigación de Molina, la capa de ozono se ha recuperado gradualmente y algunos estudios indican que podría volver a las condiciones en las que se encontraba en 1980, poco antes de la detección del gran agujero. Muy bien, pero acabamos de recibir una noticia aún mejor, ya que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) ha actualizado esta fecha de recuperación, indicando que la capa se recuperará completamente para 2040 en todo el mundo, salvo en la Antártida, donde tardará dos décadas más.
Para que esto sea posible, es necesario mantener las políticas ambientales en el control de los gases que afectan la capa de ozono. Una noticia que puede ser muy motivante para enfrentar ese otro gran problema ambiental que exige una solución similar: el cambio climático.